Posted: 02 Mar 2012 04:30 AM PST Por Jorge Bucay Había una vez, hace cientos de años, en una ciudad de Oriente, un hombre que una noche caminaba por las oscuras calles llevando una lámpara de aceite encendida. La ciudad era muy oscura en las noches sin luna como aquella. En determinado momento, se encuentra con un amigo. El amigo lo mira y de pronto lo reconoce. Se da cuenta de que es Guno, el ciego del pueblo. Entonces, le dice: ***** Alumbrar el camino de los otros no es tarea fácil… Muchas veces en vez de alumbrar oscurecemos mucho más el camino de los demás… ¿Cómo? A través del desaliento, la crítica, el egoísmo, el desamor, el odio, el resentimiento… ¡Qué hermoso sería sí todos ilumináramos los caminos de los demás! Sin fijarnos si lo necesitan o no… Llevar luz y no-oscuridad… Todos pasamos por situaciones difíciles a veces… Pero no debemos proyectar nuestro dolor cuando alguien desesperado busca ayuda en nosotros… Nuestro dolor es y fue importante pero se minimiza si ayudamos a otros a soportarlo, si ayudamos a otro a sobrellevarlo… luz… demos luz… Tenemos en el alma el motor que enciende cualquier lámpara, la energía que permite iluminar en vez de oscurecer… |
sábado, 3 de marzo de 2012
Luz para los demás
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