jueves, 14 de abril de 2011

los hijos y la antorcha


Hay un período mágico cuando los hijos se hacenresponsables por sus propias acciones.

Hay un momento maravilloso, cuando los padres nosconvertimos sólo en espectadores, en la vida de nuestros hijos, nos alzamos de hombros y decimos:
“Es la vida de ellos”
¿“Cuándo pararé de preocuparme”?
La enfermera dijo:

¡Cuando salgan de la etapa de accidentes!

Mi papá apenas sonrió y no dijo nada.

Cuando contaba con 30 años, me senté en una pequeña silla en la clase y escuchaba como uno de mis hijos hablaba incesantemente interrumpiendo la clase y moviéndose continuamente.
Casi como que me hubiera leído la mente, la maestra me dijo:
¡“No se preocupe, todos ellos pasan por esta etapa yluego usted, podrá sentarse tranquilo…

relajarse y disfrutarlos”!

Mi papá apenas sonrió y no dijo nada.

Cuando contaba con 40 años, me pasaba la vidaesperando que el teléfono sonara…
que los autos llegaran a casa…
que la puerta de la casa se abriera.
Un amigo me dijo:
¡No te preocupes, en unos años vas a poder dejar depreocuparte!.

¡Ellos ya serán adultos!

Mi papá apenas sonrió y no dijo nada.

Ya en mis 50 años, estaba cansado y harto de servulnerable.
Todavía me estaba preocupando
por mis hijos,
pero también ya se notaba una
arruga nueva en mi frente,
aunque no podía hacer nada acerca de ello.
Yo continué angustiándome con sus fracasos,apenándome por sus tristezas y absorbido en susdecepciones.
Mis amigos me decían que cuando mis hijos se casaran, iba a poder dejar de preocuparme y llevar mi propia vida.

Yo quería creerles, pero me asaltaba el recuerdo de lacálida sonrisa de mi papá y su ocasional:

“Luces pálido hijo, ¿estás bien? ¿Estás deprimido por algo?"
¿Puede ser que los padres estemos sentenciados auna vida de preocupaciones?
¿Es que la preocupación por nuestros hijos se entregacomo una antorcha de unos a otros, para que arda en el camino de las fragilidades humanas y el miedo a lodesconocido?
¿Es la preocupación una maldición,
o es una virtud que nos eleva a lo

más alto de la vida humana?

Un día uno de mis hijos se irritó conmigo.

Me dijo: ¿Dónde estabas?
¡Desde ayer que te estoy llamando y nadie me respondía!

¡Estaba muy preocupado!

Y yo solo me sonreí y no dije nada.
La antorcha había sido entregada!!!

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